Fray Garí es
uno de los mitos que recoge el padre Cinto Verdaguer en su poema de Montserrat.
La leyenda explica cómo la hija de Guifredo el Velloso fue poseída por el
demonio. Los familiares decidieron pedir ayuda a fray Garí, un eremita de
Montserrat a quien precedía la fama de buen exorcista.
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Con rituales y
plegarias, fray Garí conjuró los malos espíritus y los hizo salir. Acabado el
exorcismo, sin embargo, fue tentado por el demonio y violó a la chica. Después,
aconsejado por el mismo espíritu maligno, que había tomado la forma de otro
eremita, la mató y la enterró. Fray Garí acudió a Roma para pedir el perdón y
lo castigaron convirtiéndolo en una bestia, cubierta de pelo, que tenía que
andar a cuatro patas. La condena no acabaría hasta que un bebé le hiciera saber
que había llegado el perdón. Como bestia, fray Garí era exhibido por un grupo
de comediantes, que lo acabaron abandonando en el palacio de Guifré. Un día, la
condesa se paseaba con un bebé en los brazos y se tropezó con la bestia. El
bebé, sorprendentemente, habló y sentenció: ‘Levántate, fray Garí, que de Dios
estás perdonado.’ Fray Garí se vio obligado a explicar al conde su crimen.
Ambos se marcharon a la montaña de Montserrat y allí Garí señaló el lugar donde
había enterrado a la chica. La desenterraron y, milagrosamente, todavía estaba
viva. En este punto, la historia acaba sin explicar cuál fue el destino de Fray
Garí.
Cueva de
Fray Garí en Montserrat, provincia de Barcelona.
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